La discusión en torno de la
eutanasia ha sido hasta ahora una discusión algo enrarecida. No todo el
mundo llama eutanasia a lo mismo y la palabra "eutanasia" se ha teñido
de un tinte escabroso por las prácticas aberrantes llevadas a cabo por
los nazis. Sin embargo, para pensar en serio sobre el tema lo primero
que debemos hacer es no tenerle miedo a las palabras, sacudir los
prejuicios y acudir (en lo posible) a argumentos. Y, sobre todo, no
pensar que los argumentos propios son concluyentes. Algunos de los míos
son los siguientes.
Existe un extenso acuerdo acerca de que dos de las obligaciones
esenciales de la profesión médica son la de respetar la autonomía del
paciente y la de propender a su mayor bienestar. Es cierto que éstos no
son los únicos valores de la ética médica, pero, en vista del peso que
les otorgamos, resulta difícil encontrar argumentos racionales para
considerar que todo acto de eutanasia es inmoral o no puede ser
justificado.
Si creemos en el respeto a la autonomía, me parece muy difícil
justificar que, exactamente en el momento en el que se trata de algo
verdaderamente central para la vida de una persona (si desea, en las
extremas circunstancias dadas, continuar viviendo o no), no exista
ninguna posibilidad de otorgarle un poder efectivo de decisión. Las
regulaciones estrictas son fundamentales, pero no para restringir la
autonomía, sino, por el contrario, para asegurar que la decisión sea
tomada con información y reflexión. La eutanasia sería contraria a la
autonomía personal si fuera involuntaria, pero, en este caso, se trata
de todo lo contrario: de respetar la decisión íntima y reiterada del paciente.
LA EUTANASIA
jueves, 25 de octubre de 2012
No se le debe confundir con el concepto de ‘muerte digna’ ya
que éste, actualmente, es entendido como el proporcionar asistencia paliativa al
enfermo terminal y apoyo espiritual y emocional. El significado utilizado para
esta palabra es sumamente importante ya que es, a partir de éste, que se generan
las controversias en torno al tema, en cuanto a la consideración por parte de
unos de estar en presencia de un homicidio por compasión, o, en su oposición, de
estar en presencia de un acto humanitario en el que se le devuelve la dignidad
al paciente terminal. Por esto, los conceptos utilizados en la materia son de
suma importancia.
Los problemas éticos que conlleva la discusión de la
eutanasia no son nuevos. Desde la Antigüedad, éste era un tema presente. En
Grecia se consideraba que la mala vida no era digna de ser vivida, por lo que,
las prácticas eutanásicas eran permitidas. Sin embargo, esta visión cambió
totalmente durante la Edad Media. En este período, cualquier acción que pudiera
atentar contra las vida de las personas era repudiada, así como el suicidio y el
aborto. Incluso la muerte repentina era vista como algo malo ya que no daba
tiempo para estar con la familia y los amigos. La modernidad quebrantó esta
visión homogénea del tema y dio la posibilidad de discutir sobre el tema. La
importancia que se la da a la juventud, la salud y la posibilidad de alcanzar la
vida eterna por medio de la técnica, pusieron en duda la mirada medieval.
Desde el punto de vista de quién la practica, existen dos
tipos de eutanasia: la pasiva y la activa. En el caso de la primera, se entiende
cuando se deja morir al paciente, es decir, es por omisión; en cambio, la
segunda requiere de una acción de otra persona para “ayudar” a morir al enfermo,
y por lo mismo es mencionada a veces como "muerte asistida". La eutanasia pasiva
(o indirecta), no es propiamente una eutanasia ya que lo que busca es mitigar el
dolor físico del enfermo, a pesar de que la ausencia de ese tratamiento pueda
acortar efectivamente su vida; en este caso no se está buscando la muerte.
También, se puede clasificar desde la perspectiva del paciente, siendo una
eutanasia voluntaria o involuntaria.
En oposición al concepto de eutanasia, está el de distanasia.
Éste se entiende como el mal morir y se produce cuando se pretende conservar la
vida de una persona bajo cualquier circunstancia. También se le conoce como
ensañamiento, encarnizamiento terapéutico u obstinación terapéutica. El tema es
de incesante controversia, y los valores, las creencias, el trasfondo cultural y
familiar llevan a las personas, países e instituciones a pronunciarse sobre el
tema. La Asociación Médica Mundial la rechaza, por ser contraria a la ética; sin
embargo se considera que un paciente tiene el derecho de rechazar su tratamiento
médico. La legislación también es variada al respecto; por ejemplo la eutanasia
es ilegal en prácticamente todos los Estados Unidos, mientras que en los Países
Bajos está permitida en ciertos casos, y en Suiza la ambigüedad en la
legislación la permite en cierta medida. Es un tema que se mantiene como foco de
discusión por el mundo entero, y seguramente lo seguirá siendo.
miércoles, 24 de octubre de 2012
La eutanasia es un tema conflictivo. No solo en Chile, donde la propia coalición de Gobierno está amenazada por un virtual quiebre, sino también en sociedades que se consideran "liberales" desde el punto de vista valorico como la británica.
¿Quién debe definir hasta qué momento se extiende un tratamiento médico que ya no tendrá resultados?: ¿El médico? ¿el paciente? ¿la familia?
Aún peor, ¿es necesario extender de manera artificial la vida de un enfermo que siente dolor, que está endeudando a su familia y que, además, le quita a otra persona la posibilidad de ser atendida en una UCI?
Este es un debate abierto y lleno de contradicciones. Por ejemplo, muchos de los que piden pena de muerte para los delincuentes se resisten a la eutanasia por violar el derecho a la vida. Muchos plantean reparos basados en credos que no son compartidas por el grueso de la población.
En este tema no hay verdades absolutas y lo peor que puede pasar es que una sociedad no discuta del tema. Puede no haber acuerdos, ni soluciones, pero nunca debe ocurrir lo que estamos presenciando en Chile, que un debate se elimine bajo amenaza de quiebres políticos o problemas de gobernabilidad.
La eutanasia consiste en provocar la muerte de otro por su bien, lo cual conduce necesariamente a acotar las circunstancias y supuestos (mayoritariamente ligados al contexto médico-asistencial) que dan sentido a esta actuación humanitaria, piadosa y compasiva. [...] El elemento central que define la eutanasia no es la concurrencia o ausencia del consentimiento del sujeto que muere, ni la modalidad activa u o misiva de la conducta que provoca la muerte, sino los móviles que la animan.
Las personas tiene derecho a decidir cuando y como morir, es cruel e inhumano negar a alguien morir cuando esta sufriendo de modo intolerable.
viernes, 19 de octubre de 2012
LA EUTANASIA
El tema de la eutanasia es una realidad que siempre nos ha preocupado.
Fue ese el motivo fundamental por el cual deseamos investigar y profundizar,
quizá con un deseo oculto de mitigar algunas dudas y justificar o explicar
algunos deseos que, movidos por el dolor ajeno, no eran, en muchas
ocasiones, consecuentes con nuestros principios católicos.
Es así, como el presente trabajo pretende brindar una visión, en primer lugar
de la muerte, su concepción y etapas, escudriñando un poco en el misterio
que acarrea este fenómeno que culmina con nuestra vida, -por lo menos-,
en el ámbito la terrenal, para luego entrar en el tema específico de la
eutanasia, entendida como una de las tantas formas del morir humano.
Se habla mucho sobre el "derecho a morir con dignidad". En la investigación
realizada se pretende, asimismo, mostrar los diversos sentidos que se le
otorga a dicho concepto para luego, concluir, bajo nuestro punto de vista
cuál consideramos es el verdadero.
Finalmente, se señalarán una serie de casos que sobre la eutanasia se han
presentado, a fin de escapar de meras disquisiciones teóricas y observar
qué sucede en el mundo y a qué tendemos en lo que a la muerte asistida se
refiere.
Debo asimismo señalar que el tema es y será siempre sumamente complicado
(aún en el supuesto impensado que la eutanasia llegue a legalizarse en todos
los países del mundo, pues la dación de una ley positiva no podrá aliviar el
alma de las personas), pues se entremezclan una serie de sentimientos
encontrados: por un lado el inmenso dolor de contemplar a un ser querido
agonizando, sufriendo -tanto física como espiritualmente-, pidiendo y, hasta
suplicando, que se termine con su martirio y; por otro lado, el deseo a que el
ser querido se aferre a la vida, con la esperanza de lograr su curación y la
negación a toda posibilidad de irrogarse la facultad de decidir sobre la vida
de otro. La decisión no es ni será nunca nada fácil.
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